Leyendas Del Deporte
  Gianluigi Buffon
 
GIANLUIGI BUFFON (FUTBOLISTA ITALIANO)

Gianluigi Buffon:

(Carrara, 1978) Futbolista italiano, considerado casi por unanimidad el mejor guardameta de su época y uno de los mejores de la historia. Gianluigi Buffon, Gigi para sus íntimos, nació en el seno de una familia con grandes inquietudes artísticas y muy aficionada a todo tipo de deportes. Su padre, Adriano Buffon, se dedicó al atletismo y fue campeón júnior de Italia en lanzamiento de peso; su madre, Maria Stella, fue cantante de cierto reconocimiento en las décadas de 1970 y 1980; su tío materno, Angelo Masocco, se dedicó al baloncesto profesional, y sus dos hermanas, Guendalina y Veronica, jugaron bastantes años al voleibol como profesionales.

Buffon empezó a jugar a fútbol en el colegio, sin posición fija, hasta que sus compañeros, dada su estatura (llegaría a medir 1,90 m), le rogaron que cubriera la portería en un partido de final de curso. Desde entonces se consideró a sí mismo portero y sólo portero. De inmediato, un ojeador del Parma se fijó en sus cualidades y lo fichó para las categorías inferiores del equipo parmesano.


Gianluigi Buffon

Sin haber debutado en el primer equipo, su nombre ya se hizo un hueco en los medios de comunicación en 1993, al conseguir con Italia el título del Campeonato de Europa sub 16, disputado en Turquía, en el que fue elegido mejor portero del torneo. Por aquella época su ídolo era el camerunés del R.C.D. Espanyol de Barcelona Tommy N'Kono, aunque en su infancia admiró también al español José Ángel Iribar, del Athletic Club de Bilbao.

Tras adjudicarse la medalla de oro en los Juegos del Mediterráneo de Bari ’95, debutó en la primera división italiana, ante el Milan AC, un ya lejano 19 de noviembre de 1995, y deslumbró. Al año siguiente se proclamó campeón de Europa sub 21 y el 29 de octubre de 1997 debutaría con la selección, ante Rusia. Clausurada la Copa del Mundo de Alemania 2006, se había enfundado la camiseta internacional en 64 partidos.

A pesar de sus excelentes estadísticas, seguiría en el Parma hasta finalizar la temporada 2000-2001, habiendo jugado un total de 168 partidos oficiales desde 1995. Con su equipo de juventud ganó dos Copas de la UEFA consecutivas, en 1998 y 1999, tras haber conquistado la Copa de Italia en esos dos mismos años. Además, con el Parma, ganó la Supercopa italiana en 1999.

En el verano de 2001 dio el gran salto: la Juventus de Turín, del magnate Giovanni Agnelli, lo fichó por la desorbitada cifra (para un portero y en un tiempo de vacas flacas) de 40 millones de dólares. En aquel verano se lo disputaron varios equipos europeos de elite, entre ellos dos españoles, el Real Madrid Club de Fútbol y, sobre todo, el Futbol Club Barcelona, que llegó a ofrecer por el flemático Buffon 5.000 millones de las antiguas pesetas (unos 30 millones de euros). Aquel traspaso era aún en 2006 un récord absoluto en el fichaje de un cancerbero.

En la Juventus se convirtió en el jugador de referencia, en un portero que, gracias a sus reflejos y a su singular colocación bajos los palos, optimizados por el famoso catenaccio del fútbol italiano, encajaba muy pocos goles. Con él en la portería, la Juventus se adjudicaría ya de entrada la Liga 2201-2202, a la que seguirían otras tres consecutivas, aunque fue desposeída del título 2005-2206 a raíz del “caso Moggigate”, una trama de compra de árbitros y de jugadores en la que también se vio implicado, entre otros, el gran rival de la Juve, el Milan AC, que sin embargo mantuvo la categoría, aunque empezaría la liga con 17 puntos menos. Tras el descenso a la categoría inferior, la Juventus se desprendió de casi todas sus estrellas, llenando sus arcas para cuando regresara a la División A. Pero retuvo a Buffon como garantía para el previsible ascenso.

En 2003 Buffon había ganado ya un galardón que en cierta manera daba carácter oficial a su condición de mejor cancerbero del mundo, según la consideración de críticos y aficionados: al término de aquella temporada, la Federación Internacional de Fútbol y Estadísticas (IFFHS, en sus siglas inglesas) le otorgó el trofeo que lo acreditaba como el mejor portero del mundo. En una votación en la que participaron 85 países que representaban a los cinco continentes, el italiano recibió 186 puntos, a enorme distancia de sus dos inmediatos seguidores: el español Iker Casillas (112) y el alemán Oliver Kahn (108). Buffon se convertía así en el segundo guardameta que conseguía el prestigioso galardón, tras el legendario guardameta Walter Zenga, quien lo obtuvo tres años consecutivos, 1989-1991, en las tres primeras temporadas de vigencia del trofeo.

Bufón ha disputado tres Copas del Mundo consecutivas: Francia (1998), en el que apenas jugó; Japón/Corea (2002) -donde Italia fue derrotada con polémica en octavos de final por el anfitrión República de Corea-, y el de Alemania (2006), en que saboreó el triunfo, tanto en al aspecto personal como con la victoria de su selección en la tanda de penaltis frente al otro finalista, Francia. De Buffon (que, a pesar de su enorme estatura es, con sus 83 kg de peso, un portero de mucha agilidad, excelente en el uno contra uno y con gran sentido de la anticipación) hay que destacar también sus subidas al remate y su facilidad para convertir en gol el lanzamiento de penaltis y de alguna falta en las proximidades del área contraria.

En la Copa del Mundo de Alemania (2006), Italia fue de menos a más. Demostró sus aspiraciones al título en un soberbio partido ante el anfitrión, Alemania, que nada pudo hacer ante el juego desarrollado por los azzurri y, sobre todo, ante la espléndida actuación de Buffon. El cancerbero realizó varias paradas de mérito que después lo avalaron para ser distinguido con el premio Lev Yashin al mejor portero del Mundial, galardón sustentado, además, en el tiempo en que mantuvo su portería a cero; 470 minutos, 60 menos del récord que ostentaba su compatriota Zenga, que se mantuvo imbatido durante 517 minutos en la Copa del Mundo de Italia ’90.

Sus predecesores en el premio Lev Yashin (galardón instituido en 1994) son el belga Michel Preud’homme, el francés Fabien Barthez y el alemán Oliver Khan, ganadores en 1994, 1998 y 2002, respectivamente, si bien el teutón, en la Copa del Mundo de 2002, se adjudicó además (con polémica incluida) el trofeo al mejor jugador del Mundial, galardón que jamás se había otorgado a un portero.

En el terreno de juego y en sus prendas deportivas, Buffon no utiliza el nombre, Gianluigi, sino sólo el apellido, que adoptó como norma sin excepciones cuando se pasó al terreno profesional. Es una gran aficionado a las películas de ficción, sobre todo de los héroes americanos como Superman, personaje del que posee, además, una gran colección de cómics. De carácter más bien retraído, es muy aficionado a los juegos de azar. Cuando declaró ante el juez por el “caso Moggigate”, se confesó ludópata incurable. Su pasión son los platos típicos de la pasta italiana al modo de Parma, aunque su queso predilecto es la mozzarella.

En 2006, con veintisiete años, edad ideal para un portero, no se veía jugando al fútbol hasta los cuarenta (como hizo otro portero al que admiraba, su compatriota Dino Zoff), sino que se preparaba ya para ser entrenador, título que le permitiría seguir ligado al fútbol hasta su jubilación dorada. Sin embargo, sus allegados aventuraban que, a pesar del enorme caudal que suponen sus ingresos como el portero mejor pagado del mundo, jamás llegaría a disfrutar de una posición económica estable si no lograba superar su adicción al juego, en el que apostaba cantidades dignas de un jeque del petróleo.



Extraído de Biografias y Vidas

 
 
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