Leyendas Del Deporte
  Bobby Fischer
 
BOBBY FISCHER (JUGADOR DE AJEDRES ESTADOUNIDENSE)

Bobby Fischer:



Genio precoz del tablero, Fischer es considerado por muchos especialistas como el mejor jugador de ajedrez de todos los tiempos y se convirtió en su país en un símbolo de la lucha contra el comunismo durante la Guerra Fría. Pese a que su madre era judía, Fischer fue un activista antisemita y acusó a los judíos de todos los males, desde sus propios problemas legales hasta de planear una conspiración para matar elefantes. Su retórica antiestadounidense, además, le granjeó numerosos ataques desde su país. Más aún cuando, tras los atentados de Nueva York del 11 de septiembre de 2001, telefoneó a una emisora de radio filipina para exaltar "la maravillosa noticia" del ataque terrorista y volver a lanzar injurias contra los judíos.

Fischer, nacido el 9 de marzo de 1943 en Chicago, tuvo una infancia que marcó su futuro. En un ambiente sumamente pobre, con un padre al que nunca conoció y una madre de fuerte personalidad, Fischer pasaba muchas horas en casa en compañía de su hermana Joan, cinco años mayor. Ella le enseñó a jugar a los 6 años, y a partir de ahí se obsesionó con el juego, al que dedicaba prácticamente las veinticuatro horas del día.

Dejó los estudios, que consideraba una pérdida de tiempo, a los 14 años, y ya con 15 consiguió el título de Gran Maestro y un puesto entre los ocho aspirantes al título mundial del soviético Mijail Botvinnik. El ajedrecista de Chicago no consiguió su objetivo en 1959 y tampoco en 1962. En 1968 se retiró durante 18 meses para preparar su enfrentamiento contra los soviéticos. Regresó por petición expresa del secretario de Estado Henry Kissinger. En 1972, cuando contaba con 29 años, acabó con 24 años de hegemonía soviética al derrotar en Reikjavik al campeón ruso Boris Spassky durante un campeonato del mundo conocido como "la partida del siglo". Fischer, caracterizado por un juego agresivo e innovador, llegó a la final del Mundial tras haber derrotado al ex campeón del mundo Tigran Petrosian. Spassky, defensor del título, comenzó el duelo como favorito y ganó las dos primeras partidas. Fischer ganó la tercera y a partir de ese momento dominó el duelo casi a su antojo. En el camino hacia el triunfo final, ya con ventaja clara, Fischer tuvo un revés parcial curioso: Spassky logró tomarle la dama a Fischer, con lo que la partida estaba ya decidida. Pero Fischer no abandonó sino que siguió jugando, interpretado por muchos como un truco psicológico y una muestra de desprecio hacia Spassky. Fischer acabó imponiéndose a Spassky por 12-8,5.

Tras coronarse campeón del mundo, Fischer había logrado su meta y prácticamente desapareció de la vida pública durante un largo periodo. Llegó a decirse que se había refugiado en un monasterio budista y que se había dedicado a la meditación. En 1975 impugnó las reglas de la Federación Internacional de Ajedrez, por lo que fue despojado de su título. Tras este incidente, Fischer desapareció de la escena ajedrecística de nuevo.

"La gran pérdida para el ajedrez fue que Fischer nunca trató de regresar a ese mundo y que sus últimos 30 años estuvieran marcados por una vida muy extraña, con declaraciones políticamente inaceptables, en lugar de una contribución de ajedrez", dijo Kasparov. Durante 20 años nada logró hacerlo volver, ni los millones de dólares ofrecidos por los organizadores de Las Vegas o Manila, ni una precaria situación personal que lo llevó a la ruina. Sin embargo, en 1992 volvió a la escena para disputar en Montenegro una partida "de revancha" contra Spassky, del que se había hecho amigo, por la que cobró 3,35 millones de dólares. Sin embargo, no tuvo en cuenta el embargo económico de la ONU vigente en aquel momento en la ex Yugoslavia, por lo que Fischer fue acusado por la justicia estadounidense de realizar una transacción comercial ilegal y fue objeto de una orden de arresto internacional. Fue arrestado en julio de 2004 en el aeropuerto de Tokio-Narita cuando intentaba salir de Japón con un pasaporte estadounidense anulado. Durante meses, las autoridades japonesas estuvieron estudiando su extradición a Estados Unidos. Fischer recibió entonces el apoyo público de Spassky, quien reclamó poder compartir celda en el caso de que Fischer fuese encarcelado en su país. "Simplemente, déjennos jugar al ajedrez", dijo el campeón ruso. Finalmente la intervención del gobierno islandés le permitió refugiarse en ese país nórdico, donde vivió discretamente hasta su muerte a los 64 años de edad.

Sus manías, por ejemplo, se negaba a jugar en una silla, o su fobia a las cámaras de televisión, dieron tanto que hablar como el desarrollo de cada una de sus magistrales partidas.



FUENTE: eDEPORTE
 
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